Viajar es vivir experiencias que se quedan con nosotros para siempre. Cada ciudad, cada pueblo y cada rincón especial que visitamos nos regalan momentos que no olvidamos: paseos por calles llenas de historia, atardeceres junto al mar o la sorpresa de encontrar lugares que no esperábamos.

Hemos acumulado muchísimos recuerdos de viajes: desde los paisajes de nuestra querida costa cantábrica hasta las plazas más animadas de Italia, pasando por pueblos medievales españoles que parecen sacados de un cuento. A veces nos encontramos con lugares que nos impactan tanto que no sabemos ni qué decir, lo que llaman el síndrome de Stendhal. Son experiencias que siempre nos gusta revivir y compartir.

Nuestros recuerdos de viajes

Souvenirs y recuerdos de viajes

Y claro, siempre surge la misma pregunta: ¿cómo conservar esos recuerdos? A lo largo del tiempo hemos probado muchas formas. Hubo una época en la que coleccionábamos dedales de cada sitio que visitábamos, y sabemos que hay quien no perdona llevarse un imán para la nevera, una postal, una taza o incluso camisetas. Son pequeños detalles que nos arrancan una sonrisa cada vez que los vemos en casa.

Pero más allá de los recuerdos materiales, están las fotografías. Esa foto del atardecer perfecto, de una calle que nos robó el corazón o de una panorámica espectacular.

Y lo cierto es que ahora hay mil formas de darles vida y hacer que no se queden olvidadas en un cajón o en una carpeta del ordenador. Una de las que más nos gusta es transformarlas en hermosos lienzos personalizados, porque permiten convertir un instante único en parte de la decoración de nuestra casa.

Recuerdos de viajes castillo de Eltz

Recuerdos de viajes: Atardeceres que no olvidamos

Si pensamos en momentos mágicos, uno de ellos es contemplar cómo el sol se esconde en el mar Cantábrico desde los acantilados de Llanes, en Asturias, o el de San Antonio, en Ibiza. La mezcla de colores y la brisa del mar hacen que sean lugares a los que siempre queremos volver.

Otro de esos instantes imborrables lo vivimos en Lisboa, viendo cómo el cielo se teñía de naranja desde el Mirador de Santa Lucía.


Recuerdos de viajes: Rincones con historia

Roma es una ciudad que siempre sorprende, da igual las veces que hayas ido. Recorrer el Coliseo, perderse por las callejuelas de Trastevere o caminar entre las ruinas del Foro Romano te traslada directamente a otra época.

También nos impresionó mucho la calidad de los monumentos que ver en Toledo, con su catedral y sus calles estrechas en las que es fácil perderse. Los que nos leéis habitualmente sabéis lo que nos gusta visitar: iglesias, sobre todo románicas, y monasterios. Uno que nos encantó fue el Monasterio de Rueda en Zaragoza, con su tranquilidad y su historia.

Recuerdos de viajes

Recuerdos de viajes: Pueblos con encanto

En España hay pueblos que parecen sacados de un cuento. Albarracín, en Teruel, con sus casas colgadas y sus murallas en lo alto, es uno de ellos. Lo mismo sentimos en Santillana del Mar, a la que ya hemos perdido la cuenta de las veces que hemos estado, con sus casonas de piedra y balcones repletos de flores.

Hay mucho que ver en Alsacia, y nos gustaron mucho pueblos como Eguisheim o Riquewihr, llenos de casas de colores que llaman la atención nada más llegar. Y en Italia, Cinque Terre nos sorprendió con sus cinco pueblos colgados sobre el mar, cada uno con un encanto especial. Puedes verlo en nuestro post sobre qué ver en Cinque Terre.

Recuerdos de viajes

Y así podríamos seguir nombrando lugares sin acabar nunca. Viajar nos regala momentos que no olvidamos y que nos gusta revivir una y otra vez. Conservarlos es tan importante como vivirlos, ya sea con un recuerdo típico del destino, un lienzo con una foto especial o incluso escribiendo en un blog como este. Cada detalle nos devuelve a ese viaje que tanto disfrutamos.

¿Y tú? ¿Cómo conservas los recuerdos de viajes?